martes, 27 de septiembre de 2016

La agridulce audiencia sobre Semana 'Santa' de Popayán



Hace unos meses, se demandó la ley que destina recursos públicos a la celebración de la semana 'santa' en Popayán (Cauca); siguiendo otras noticias de ese tipo, como la demanda a la ley que destinaba recursos públicos a la misma celebración en Pamplona (Norte de Santander) —que, en un arrebato de racionalidad, la Corte Constitucional tumbó—, y la de Tunja (Boyacá) —que, volviendo a la cotidianidad de Banana Republic, la Corte decidió conservar en el ordenamiento jurídico, subvirtiendo el Estado de derecho, al considerar que la costumbre está por encima de la ley—.

Ayer, hubo una audiencia pública ante la Corte para que los Magistrados escucharan los argumentos a favor y en contra de seguir destinando recursos públicos a la semana 'santa' en Popayán. La Corporación Bogotana para el Avance de la Razón y el Laicismo (Bogotá Atea) fue invitada a participar, y su ponencia fue de las primeras participaciones de la Audiencia.

Aquí un extracto:

[L]as procesiones buscan rememorar los acontecimientos de la pasión y muerte de Jesucristo, según los Evangelios y que para los cristianos son tomados como eventos reales relacionados con el acto de redención de dios a la humanidad. El uso de imágenes religiosas se limita al uso católico, ya que los cristianos protestantes no las utilizan,y por el contrario rechazan su uso y adoración.

En el Catecismo de la Iglesia Católica en el Capítulo cuarto, “De otras celebraciones litúrgicas”, en su artículo 1, “sobre los sacramentales”, en sus numerales 1674 a 1679, señala claramente que la veneración de reliquias, las visitas a santuarios, las peregrinaciones, las procesiones, el vía crucis, las danzas religiosas, el rosario, las medallas, entre otros sacramentales, son formas de piedad religiosa distintivamente católicas en conformidad por lo estipulado en el Concilio de Nicea II y el de Trento.

Se hace más claro que están enmarcadas dentro del catolicismo las acciones de las organizaciones que promueven las procesiones de semana santa, el título V del Código de Derecho Canónico vigente de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, que versa sobre las asociaciones de fieles católicos. Este texto estipula que las cofradías y hermandades de fieles católicos y demás agrupaciones que organizan, dirigen y constituyen a las procesiones de semana santa, incluida naturalmente la de Popayán, deben actuar conforme a los cánones de dicho Código y, por ende, estar en plena adhesión y exclusividad a la fe católica, apostólica y en comunión con el Papa romano.

Como bien lo indica el canon 312 del Código de Derecho Canónico, no pueden pertenecer a dichas asociaciones organizadoras de las actividades de semana santa aquellas personas que rechacen la fe católica, que se encuentren apartadas de la comunión eclesiástica o que estén incursas en excomunión. Por esta razón, toda vez que se utilizan los lugares de culto de la Iglesia Católica Apostólica y Romana ubicados en la ciudad de Popayán, para la realización de dichas procesiones, se entiende que ha dado su consentimiento para ellas y, por dicha razón, tales procesiones son actuaciones intrínsecamente religiosas de carácter exclusivo de un culto específico: el cristiano católico, apostólico y romano.

El Capítulo III del título V del Código de Derecho Canónico estipula que incluso las asociaciones privadas de fieles católicos deben contar con el consentimiento y aprobación de las autoridades eclesiásticas católicas para su constitución a pesar de que tengan relativa autonomía eclesiástica en comparación con las asociaciones públicas de fieles, públicas en el sentido eclesiástico y no solo en el civil. Por esta razón, es justificable asumir que las organizaciones que administran y realizan las actividades propias de la semana santa de Popayán han recibido dicha aprobación formal de las autoridades católicas competentes toda vez que dichas organizaciones actúan en nombre y en representación de la Iglesia Católica Apostólica y Romana, de sus creencias, y no de otros cultos.

Vale la pena leer toda la ponencia, pues despliega argumentos contundentes, citando jurisprudencia de la propia Corte Constitucional donde, otrora, defendió el Estado laico y el Estado de derecho.

En todo caso, después del chorrado de babas de Tunja y el del crucifijo en la Sala Plena, creo que la Corte es inmune a la razón — es que uno no entiende cómo es que una celebración de semana 'santa' pueda ser considerada "cultural" y "no religiosa", y se requiera de escuchar argumentos a favor y en contra. Pero esto es Colombia en 2016. Y, efectivamente, ocurrió que muchos de los que intervinieron en la Audiencia pretendieron defender lo indefendible.

Felipe Velasco, de la Junta Permanente Pro Semana Santa de Popayán, argumentó que muchas personas que participaban y colaboraban con la celebración eran no-católicas, como si eso fuera un argumento de algo. Hay musulmanes que van a misa católica, hay católicos que van a cultos evangélicos, hay evangélicos que asisten a meditaciones budistas, y nada de eso cambia la denominación de tales prácticas.

Luego habló Edmundo Mosquera Troya, fundador del Festival de Musica Religiosa de Popayán — y si alguien no entiende que una celebración de semana 'santa' es eminentemente católica, posiblemente no entendiera que el Festival de Musica Religiosa de Popayán va de hacer promoción religiosa. En su intervención Mosquera ofreció cifras a raudales, explicando los beneficios que le ha representado al municipio (según él) que se patrocine el catolicismo con recursos públicos... porque se puede violar los derechos de las minorías religiosas y no-religiosa, siempre y cuando ofrezca réditos económicos y culturales. ¡Ajá!

También intervino Gustavo Wilches Chaux, quien escribió un libro sobre la Semana 'Santa' en Popayán y, posiblemente, esa fuera la razón por la que fue invitado e introducido por la presidente de la Corte, María Victoria Calle, como "un experto". Su ponencia fue de las peores y gran parte de ella no fue sino el reciclaje de un artículo suyo de hace dos años que —después de mucha palabrería posmoderna— más o menos viene a decir que se deben desperdiciar recursos públicos en la promoción religiosa porque sirve como rito de paso. La cuestión es que se pueden tener ritos de paso que no violen la Constitución, ni patrocinen el privilegio religioso.

Aunque luego pudo haber peores ponencias, la de Wilches fue la última que escuché, y resulta que hizo todo un argumento contra el laicismo, a punta de pendientes resbaladizas: que si se declara inconstitucional la partida presupuestal para la semana 'santa' de Popayán entonces el Estado tampoco debería celebrar Navidad ni hacer pesebres, que se debería cambiar el himno nacional, que no debería haber festivos religiosos, ni vacaciones de semana 'santa'. Y tiene razón: que la Regeneración y la Iglesia hayan infectado la política pública con privilegio religioso significa que debemos desinfectarla en su totalidad, si nos vamos a tomar en serio aquello de que todos los ciudadanos somos iguales ante la ley. Presentar las conclusiones lógicas de la única garantía de la civilización —el laicismo— con el tono terrorista de que algo así sería gravísimo (?) en vez de deseable y necesario lo hacen un enconado enemigo del laicismo que casi hace palidecer a Alejandro Ordóñez a su lado. (¡La ironía! Esto no puede ser inventado.)

El último ataque de Wilches al laicismo fue el absurdo de decir que la separación de Estado e iglesias era un atentado contra "lo colectivo". ¡Está en las drogas! Nada atenta más contra lo colectivo que la promoción religiosa con recursos públicos, así que, por definición, la defensa del laicismo y del Estado de derecho son la mejor apuesta para defender lo colectivo — es increíble que tenga uno que explicar esto tan básico... aunque, de nuevo, según Wilches Chaux, la semana 'santa' tiene un significado no-eclesial y el Big Bang es un mito (!).

Cuando en Twitter critiqué la postura de Wilches Chaux, el señor sólo atinó a compararme con Alejandro Ordóñez (¡él!, ¡a mí!), en vista de que a modo folclórico incluí la pregunta de qué se había fumado... porque alguien tiene que tener un estado muy alterado de la conciencia para hacer las afirmaciones que él hizo en la Corte. Si Wilches consume drogas o no, me trae sin cuidado — así como rechazo que el Estado favorezca cualquier religión o varias religiones porque atenta contras las libertades de quienes no necesitamos de dioses para vivir nuestra vida, igualmente abogo por la legalización de las drogas, porque lo que cada quien haga con su cuerpo es su problema. Pero de ahí a esperar que cualquier chorrado de babas o mariguanada deban ser aceptadas en un tribunal en el que se define la política pública hay un gran trecho.

En todo caso, la cereza del pastel vino por parte del columnista Juan Esteban Constaín (que he mencionado antes), quien hizo el ataque personal de rigor de que los ateos somos fundamentalistas, dogmáticos y tenemos una religión (??) simplemente porque no nos callamos con el bendito laicismo, porque nos hemos tomado demasiado a pecho eso de que un Estado de derecho debe garantizarnos un trato igualitario ante la ley, y que jodemos demasiado cuando no estamos dispuestos a poner de nuestros impuestos para una celebración católica. En puridad, su postura era completamente predecible: desde hace unos años Constaín adoptó la teoría conspiranóica de los "ateos fundamentalistas" que, básicamente, consiste en tachar de fundamentalista a cualquier ateo que sea firme en su defensa del laicismo y no acepte malos argumentos —como los expuestos ayer— para legitimar el privilegio religioso y la discriminación. (Lo irónico, porque estas twit-sesiones de cuestionar los argumentos religionistas siempre vienen cargadas de ironías, es que en un seguimiento por correo electrónico, Constaín me aseguró que es un defensor de la separación del Estado y la iglesia — ¡qué tal que no!)

En ese momento tuve que salir, y al volver no puse lo que quedaba de transmisión en vivo porque, en serio, tengo una baja tolerancia para las tonterías, y que las usen para defender un estado de cosas injusto y discriminatorio (en un país donde, además, no es que sobre el dinero precisamente) me hace hervir la sangre, y entro en una espiral de facepalms!

Por lo que supe luego, el ministerio de Cultura también defendió el privilegio religioso, recurriendo una vez más a la subversión del Estado de derecho, al poner la costumbre por encima de la ley. Esto no es ninguna sorpresa, habida cuenta de que la ministra Mariana Garcés ha hecho todo cuanto ha podido por desperdiciar recursos públicos en la promoción del cristianismo.

De igual forma, nada sorprendente resultó la postura de la gloriosa Universidad Externado de Colombia, que fue la única otra ponencia que defendió el Estado laico. El Externado siempre defendiendo la civilización, aún cuando carga el lastre de tener la palabra Colombia en su nombre. ¿Será que Constaín también considera que mi alma máter está compuesta por ateos fundamentalistas?

Al final, Bogotá Atea hizo una segunda intervención, donde se respondieron satisfactoriamente —y más o menos desarrollando los puntos que luego retomé yo aquí— todas las falacias y los argumentos defectuosos que hicieron todos los defensores de lo indefendible (salvo los de María Fernanda Figueroa, profesora de Derecho Público de la Universidad del Cauca, que estuvo a cargo de la última intervención, y se posicionó a favor del desperdicio de recursos públicos en religión, aduciendo errores de forma en la demanda).

En teoría, Colombia es un Estado laico pero en la práctica muy pocos defienden esta piedra angular de la civilización — o sea, un día común y corriente en Colombia. Como la misma Corte Constitucional se ha encargado de demostrar que es inmune a los principios del imperio de la ley y de la igualdad, y han creado inseguridad jurídica con su indecisión para defender el Estado laico siempre y en todas las circunstancias, yo no estoy muy optimista de cómo vayan a dictar sentencia (y tampoco sé qué tanto precedente podría sentar pues la Corte, así como dice una cosa, al otro día dice la otra, y tan panchos).

¿Hay por aquí algún lector optimista al respecto?

(imagen: Junta Permanente Pro Semana Santa de Popayán)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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