sábado, 3 de septiembre de 2016

Antes de canonización, críticas persiguen a Teresa de Calcuta



A finales de 2015 se anunció la canonización de Agnes Gonxha Bojaxhiu —alias Teresa de Calcuta—, hecho que se consumará mañana.

Quienes no creemos en la santidad ad populum nos hemos tomado la molestia de averiguar qué había detrás de Teresa de Calcuta y nos encontramos con la desagradable sorpresa de que doña Agnes fue un ser humano repugnante, una sádica hipócrita que disfrutaba con el sufrimiento ajeno y la pobreza, y cuyas casas de enfermos realmente eran museos donde se exponía con morbo a los moribundos. (Y sus 'milagros' son fraudes como la copa de un pino.)

Aunque Christopher Hitchens fue quien más denunció las atrocidades de Teresa de Calcuta, ciertamente no fue el único — por ejemplo, esta semana el New York Times hizo un reportaje sobre el médico indio Aroup Chatterjee, quien lleva más de 20 años denunciando los excesos de Teresa de Calcuta, su putrefacta orden misionera y su 'legado':

En realidad, la crítica de Chatterjee es tanto sobre la percepción de Occidente de la Madre Teresa como sobre su propio trabajo. A medida que se acerca la canonización, Chatterjee espera que se abra el diálogo sobre el legado de la monja en Calcuta, donde comenzó su obra por los “más pobres de entre los pobres” en 1950.

Cuando era joven, a Chatterjee, nativo de Calcuta, le molestaba la narrativa que rodeaba a la Madre Teresa, en especial la descripción de la ciudad como un “hoyo negro”, uno de los lugares más desesperados de la Tierra.

Tras crecer en Ballygunge, un barrio de clase media de Calcuta en los años cincuenta y sesenta, dijo que la ciudad que recuerda era cosmopolita y próspera. “Cada aerolínea que existía aterrizaba aquí”, añadió.

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El doctor fue militante de un partido político de izquierda a finales de los años setenta y principios de los ochenta mientras estudiaba medicina en Calcuta y se movía con frecuencia por los suburbios más pobres. Durante su año de prácticas también vio pacientes de una de las “zonas rojas” más antiguas y más difíciles de la ciudad.

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“Nunca vi monjas en los suburbios en los que trabajé”, dijo. “Creo que es una aventura imperialista de la Iglesia católica contra una población oriental, una ciudad oriental, que ha hecho mucho daño a nuestro prestigio y nuestro honor”.

Tras cientos de horas dedicadas a la investigación, la mayor parte recogidas en un libro que publicó en 2003, Chaterjee dijo que encontró una “cultura de sufrimiento” en los hogares gestionados por la organización de la Madre Teresa, las Misioneras de la Caridad, donde ataban niños a las camas y el único medicamento que le daban a los pacientes terminales era aspirina.

No solo él sino otros dicen que la Madre Teresa llevó su vocación por la frugalidad y la simplicidad a extremos y permitió prácticas como la reutilización de agujas hipodérmicas. También dice que toleraba instalaciones en las que un paciente tenía que defecar frente al otro.

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Chatterjee dijo que el lugar que ocupa la Madre Teresa en el canon occidental ya es suficiente para que muchos la agasajen con una mentalidad de inferioridad colonial. “Si Occidente dice que es buena, debe ser buena”

En el título, el artículo señala que Chatterjee se opone a la canonización de Teresa de Calcuta —aunque esto pudo ser obra del editor—; sin embargo, para mí, esta oposición no tiene ningún sentido.

Si la Iglesia quiere canonizarla a ella, al protector de pederastas Juan Pablo II, o a cualquier otra patética excusa de ser humano, están en su derecho — para eso tienen su propio Estado, con sus absurdas leyes y aún más ridículas creencias, y pueden hacer con él lo que les venga en gana. Si a mí no me gusta que su mafia se entrometa en las políticas públicas de mi país, no seré yo quien les diga lo que pueden o no pueden hacer, o a qué personas éticamente cuestionables pueden admirar o no.

Yo no esperaría nada diferente de una institución tan moralmente en bancarrota como la Iglesia Católica, y tampoco pienso fingir que tienen o deberían tener algún tipo de superioridad moral, cuando a diario se encargan de demostrar que no es así.

Aunque el New York Times parece ser el único medio de comunicación en español que ha reportado sobre la cada vez más controvertida figura de Agnes, en inglés el tema ha sido cubierto por medios como CNN, la BBC, el Los Angeles Times, la NBC, el Washington Post y la revista india Swarajya. A ver si algún día el público general empieza a ver a la vaca sagrada de Calcuta como la fanática fraudulenta que realmente fue.

(vía Andrés Cuervo, Iván Soto y STOP The Missionaries Of Charity)

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Publicado en De Avanzada por David Osorio

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