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domingo, 3 de diciembre de 2017

El Yeti no existe: son (principalmente) osos



Hace unos días hablamos de Pie Grande y cómo un avivato consiguió meterle un gol a la nomenclatura zoológica registrando un nombre válido para la criatura mitológica de sus afectos, explotando un loophole en las reglas de la taxonomía, una práctica a la que los magufos criptozoológicos son muy proclives.

Hoy el turno es para el Yeti o Abominable Hombre de las Nieves, una leyenda similar a la de Pie Grande, sobre una criatura simiesca que viviría en el Himalaya, y se ha convertido en una parte fundamental del folclore tibateno y de Nepal.

martes, 10 de abril de 2012

La clave de la felicidad

¿Quién diría? La felicidad no sólo se puede medir, sino que además podemos saber quién es el ser humano más feliz de toda la Tierra.

Al parecer, no se trata de que cada quien realice sus metas y consiga sus objetivos, sino que con una receta única e inamovible se puede hacer feliz a todos y cada uno de nosotros. Resulta poco sorprendente el camino que propone el dizque hombre más feliz del mundo:

domingo, 17 de julio de 2011

¿De qué pueden hablar dos violadores de DDHH, ambos ganadores del Nobel de Paz?

Los Premios Nobel de la Paz son una expresión de relaciones públicas, ni más, ni menos.

A pesar de eso, la prensa mundial arma todo un festín cuando dos galardonados con este premio -que bien podría ser un Emmy o un Oscar-, se reúnen.

Eso fue lo que pasó con la reunión entre Barack Obama y el Dalái Lama:

martes, 11 de enero de 2011

Lente Escéptico: Dalái Lama

Para muchos occidentales, las religiones monoteístas -o abrahámicas- son violentas, violan sistemáticamente los Derechos Humanos, son estúpidas y una evidente estafa. Por supuesto, están en lo correcto.

Sin embargo, están dispuestos a darle una oportunidad o a ser menos críticos con las corrientes espritistas orientales, en nombre del beneficio de la duda. Es una actitud indulgente que viene con consecuencias.

Es así como diversas figuras dizque espirituales se han hecho famosas y dignas de adoración, tales como OSHO o el monje lamaísta, Tenzin Gyatso, mejor conocido como el Dalái Lama. El XIV Dalái Lama y es de él de quien hablaremos hoy.

Antes de entrar en materia, parece conveniente recordar qué es el budismo tibetano o lamaísmo.

Según Wikipedia,
es la religión predominante de los pueblos mongoles y tibetanos, todos los cuales reconocen al Dalái Lama como su líder espiritual. Al tener unos 20 millones de seguidores, mayoritarios en diferentes países y regiones autónomas, es una de las ramas más grandes e importantes del budismo.

Asociado a este tipo de budismo aparece el lamaísmo. En la clásica división del budismo entre monjes y laicos, los lamas tibetanos suponen una figura con relevancia no solo religiosa sino que fueron centro de la vida social y económica de Tíbet.

Así que el Dálai Lama dirige y es la cabeza visible de esa organización social. Veamos algo de su historia: En el siglo XVI se convirtió en la religión oficial del Imperio Mongol, estatus privilegiado que mantuvo hasta 1951 y que se ve reflejado en distintos movimientos políticos de varios países que añoran esa unión entre la Iglesia y el Estado y se declaran budistas. Para la muestra, podemos tomar a Bután, que mantiene la subordinación de su sistema legislativo al budismo.

¿Y qué pasó en 1951? La invasión de la China comunista puso en riesgo los intereses geopolítico-supersticiosos lamaístas, pero nos estamos adelantando a la historia.

Analicemos por un momento qué pasó desde el siglo XVI hasta 1951: Nada. No hubo evolución social, política, económica o cultural. Los únicos cambios que hubo fueron las sucesiones de Dalái Lama en Dalái Lama. ¿Y qué tan pacífica y apacible era la vida en ese santuario oriental?

El autor Erick D. Curren, en su libro Buddha's Not Smiling: Uncovering Corruption at the Heart of Tibetan Buddhism Today nos cuenta:
La historia oculta la imagen de Shangri-La de los lamas tibetanos y sus seguidores conviviendo en mutua tolerancia y rigiéndose por la buena voluntad no violenta. De hecho, la situación era muy diferente. El Antiguo Tíbet era mucho más parecido a Europa durante las guerras religiosas de la Contrarreforma.

Y la jerarquía lama, a pesar de su estatus divino y de deidad, no se salvaba de esta salvajada. Al respecto, podemos consultar a Melvyn Goldstein, antropólogo y erudito en el Tibet quien en su libro The Snow Lion and the Dragon: China, Tibet, and the Dalái Lama anota: En un lapso de 170 años, cinco Dalái Lamas fueron asesinados por sus sumos sacerdotes y otros cortesanos.

La violencia, era el método de esta religión, así como el de cualquier otra. Por ejemplo, vale la pena resaltar el legado de Ngawang Lobsang Gyatso, quinto Dalái Lama, quien durante la guerra civil contra la secta rival, la Kagyu -que contaba con su propio Lama: el Karmapa- guió al ejército Mongol para arrasar las líneas masculinas y femeninas, y su descendencia también "como huevos estrellados contra rocas ... En resumen, aniquilar cualquier rastro de ellos, incluso sus nombres", como recuerda Curren.

Pero no todos tenían la suerte de poder decidir a qué secta o rama del budismo querían pertenecer o si acaso apostatar y salir de esa absurda ideología. Como vimos, los esbirros de esta religión, no sólo tenían al Lama por líder espiritual, sino también líder de la organización social y económica. ¿Y es que era si acaso más trascendental esa organización que las de Occidente? Pues, eso lo decide el lector tras una revisión de sus características: al igual que las organizaciones sociales europeas del medioevo, la mongola -y por extensión la budista tibetana- era feudal: había una pirámide social que contaba con dos clases opulentas en la punta: la clerical tibetana y la laica, quienes vivían con holgura y cómodamente, gracias al trabajo forzado de los siervos y los pastores.

Por poner un ejemplo casi al azar, se puede tomar el caso del Monasterio de Drepung, visitado por Freddie Spencer Chapman entre 1936 y 1937, quien lo consideró el monasterio más grande del mundo con casi 8000 monjes. A la vez, Chapman es el autor de la siguiente declaración:
El monje lamaísta no pasa su tiempo en el ministerio para atender a las personas o educándolas... El mendigo al borde del camino no es nada para el monje. El conocimiento es una prerrogativa de los monasterios celosamente guardada y se utiliza para aumentar su influencia y riqueza.

En un reportaje fechado en Febrero de 1997 hecho por Gary Wilson para Worker's World se afirma que Drepung contaba con 185 señores, 25000 siervos, 300 pastizales y 16000 pastores. El Dalái Lama "vívía en abundancia en el Palacio Potala que cuenta con 1000 cuartos y 14 pisos".

A los señores feudales laicos tampoco les iba nada mal. En 1965 Stuart y Roma Gelder publicaron su libro The Timely Rain: Travels in new Tibet y en él se encuentra un ejemplo destacable de un latifundista laico: el comandante en jefe del ejército tibetano, miembro del gabinete laico del Dalái Lama, que poseía 4.000 kilómetros cuadrados de tierras y 3500 siervos.

Y no es nada descabellado afirmar rotundamente que el budismo tibetano -al igual que la Biblia- defiende la esclavitud. La periodista Anna Louis Strong escribió un libro compuesto de varias entrevistas que tituló Tibetan Interviews. En él, se encuentra el testimonio de una mujer de 22 años que era una sierva del régimen y se escapó:
Las niñas bonitas de la servidumbre normalmente eran cogidas por el dueño como sirvientas de la casa y eran usadas como a ellos les placiera.
...
eran esclavas sin derechos.

Y a decir verdad, no es que hubiera mujeres en mejor condición que otras:
Antes de la llegada de los chinos, la población se dividía en 9 clases. Los siervos y las mujeres pertenecían a las clases más bajas y eran considerados ¡animales parlantes! Carecían de toda libertad y eran mantenidos en la más crasa ignorancia mediante el terror y los mitos sobre demonios. Caso de rebelarse, les esperaban los calabozos monacales. Un castigo ejemplar era la amputación de manos.

Pero su más que rampante espíritu del medioevo no termina aquí. Aún hay más. El libro de los Gelder trae una entrevista a Tsereh Wang Tuei, quien se robó dos ovejas de un monasterio. Esto le costó, literalmente, los dos ojos de la cara y una mano. Resulta irónico y bastante cruel pero se podría decir que al perder los ojos, abrió los ojos:
Cuando un lama santo les dijo que me cegaran pensé que no había nada bueno en la religión.

Una vez más, al igual que en el cristianismo, en el budismo tibetano está prohibido quitar la vida. Esto no impide que los creyentes arremetan contra los pecadores y luego los dejen en las manos de dios en la helada noche, para que mueran congelados. A. Tom Grunfeld en su libro The Making of Modern Tibet se pronuncia al respecto: "Los paralelos entre el Tibet y la Europa medieval son sorprendentes".

Otra convergencia entre el lamaísmo y las religiones convencionales (clasificación algo mediocre por mi parte, en vista de que el budismo tibetano tiene todos los elementos de cualquier otra superstición) son la pederastia y los crímenes contra la infancia. Ohh, sí. Eso no es patrimonio exclusivo de la Iglesia Católica y del Islam.

Al respecto contamos con el testimonio del monje Tashì-Tsering, quien empezó a ser violado y abusado sexualmente a la edad de nueve años, circunstancia que era común y corriente para los hijos de los campesinos que residían en los monasterios. Al respecto se puede consultar su autobiografía, The Struggle for Modern Tibet: The Autobiography of Tashi Tsering, escrita con colaboración del ya mencionado Melvyn Goldstein y de William Siebenschuh.

Por si no fuera suficiente, también contamos con el testimonio de Osel Hita, quien fue separado de su madre con base en las alucinaciones del Lama Zopa, según las cuales, era la reencarnación del Lama Thubten Yeshe. Sí, así es: ¡¡Reencarnación (que fue disputada con otros 9 posibles candidatos)!! Estuvo retenido en el monasterio hasta los 18 años, cuando le fue concedida la autonomía para decidir qué hacer con su vida. En sus palabras:
Con 14 meses ya me habían reconocido y llevado a la India. Me vistieron con un gorro amarillo, me sentaron en un trono, la gente me veneraba... Me sacaron de mi familia y me metieron en una situación medieval en la que he sufrido muchísimo. Era como vivir en una mentira.
...
Sólo se me permitía relacionarme con otros reencarnados y sólo podía visitarlos una vez a la semana, siempre acompañado.
...
Psicológicamente, todo me ha afectado muchísimo. Aún tengo rabia dentro y, a veces, cuando sale, hace que descontrole o me deprima.
...
Lo importante para mí ahora es hacer algo en lo que me sienta útil, encontrar una dirección en la que poner mi energía.

También vale la pena resaltar que para los budistas -los dizque pacíficos monjecitos-, la letra con sangre entra. La disciplina es impartida a golpes, tal como lo cuenta Osel Hita:
Era muy rebelde, siempre lo he sido. La única forma de controlarme era a base de palos. Hacía muchas gamberradas. Me negaba a hacer lo que tenía que hacer y hacía lo que no estaba permitido.

Esta fue la sociedad que recibió Tenzin Gyatso, el XIV Dalái Lama, el 17 de Noviembre de 1950 y cuyo statu quo estaba destinado mantener. Sin embargo la China comunista se interpuso en su camino: el tratado de 17 puntos de 1951 entre el Tibet y China, permitió que el Dalái Lama siguiera en control y uso de sus facultades divinas, aunque concedió algunas prerrogativas a la República Popular bajo la dirección de Mao Tse-Tung, las cuales usaron arbitraria y despóticamente para fines tales como construir hospitales, pavimentar vías y reducir gradualmente los usureros impuestos de los lamas, sin que estos últimos sufrieran ningún tipo de expropiación ni pérdida de ninguna propiedad -ni siquiera sobre sus siervos ni la descendencia de estos-.

Michael Parenti, historiador e intelecutal explica cómo se había reducido la carga tributaria en 1953 en el Tibet, mientras los lamas convivían con los chinos comunistas:
Pagaban impuestos por casarse, por el nacimiento de cada hijo y por cada muerte en la familia. La gente pagaba impuestos por ir a prisión y por su liberación. Incluso los mendigos pagaban impuestos. Los que no podían encontrar trabajo pagaban impuestos por no tenerlo, y si viajaban a otra aldea en busca de trabajo, pagaban un impuesto por derecho de tránsito. Cuando la gente no podía pagar, los monasterios le prestaban el dinero con un interés de entre un 20 y un 50 por ciento. Algunas deudas eran pasadas de padres a hijos y a nietos. Los deudores que no podían pagar sus compromisos podían ser esclavizados durante todo el tiempo exigido por el monasterio, algunas veces por el resto de sus vidas.

Entre 1956 y 1957, los budistas empezaron a emboscar y atacar los convoys del Ejército Popular de Liberación, con auspicio de la CIA, tal como lo atestigua el libro The CIA's Secret War in Tibet escrito por Kenneth Conboy y James Morrison. Y las relaciones entre la familia del divino Lama y la central de inteligencia gringa se intensificaron. De hecho, dos hermanos de Tenzin Gyatso colaboraron en persona con las actividades de la agencia. Thubten Jigme Norbu, hermano mayor del Dalái Lama tuvo gran participación en la American Society for a Free Asia (Sociedad Estadounidense por un Asia Libre), financiada por la CIA; mientras que el segundo hermano mayor de el divino, Gyalo Thondup, empezó a establecer operaciones de inteligencia con la Agencia desde 1951, lo que dio como resultado el entrenamiento de unidades de guerrilla que se lanzaban en paracaídas al volver al Tibet.

La hipótesis de por qué falló esta estrategia se encuentra en el libro The Cold War in Tibet de Hugh Deane en el que a su vez se cita Communist China and Tibet de George Ginsburg y Michael Mathos:
Por lo que se puede determinar, la gran mayoría de la gente común de Lhasa y de las zonas rurales adyacentes no se unieron a la lucha contra los chinos, ni cuando empezó ni a medida que iba avanzando.

Ante este estrepitoso fracaso y temiendo una represión por parte de los chinos, en 1959 el gobierno del Dalái Lama se fue al exilio y se asentó en Dharamsala, India. Desde ahí, cambiaron su estrategia y por cuestión de propaganda se convirtieron a la no-violencia y a partir de entonces, se han dedicado a hacer lobby en cuanto escenario de Occidente han podido, apelando al anticomunismo y haciéndose pasar por víctimas de una potencia extranjera:
Cuando en 1956 la junta en el exilio pasó por una crisis, se dispuso a "explotar la lucha entre comunismo y capitalismo, para evitar con todos los medios, incluyendo la rebelión armada, que se produzcan reformas políticas en Tibet". El Lama escogió un 'Sendero del Medio' para congraciarse con los dos bloques mundiales de entonces. Aunque se le haya otorgado el Premio Nobel por la paz, jamás hizo ni un solo intento de formar un parlamento en el exilio, los antiguos señores feudales se convirtieron en burócratas del Lama, no ha habido ni una sola elección para el medio millón de exiliados tibetanos en India. Todo lo contrario, todas las corrientes divergentes han sido calladas, pues solo existe un Dios viviente: El Dalái Lama Gyatso.

Y como todo gobierno sucio y con algo que esconder, el gobierno en el exilio del Dalái Lama también tenía sus enfermizos secretos que fueron revelados por WikiLeaks:
Cuando esto falló [el saboteo al tratado con China] el Dalái Lama estableció una unidad secreta del Tibet en el Ejército de la India - el sombrío "Establishment 22".

El cable revela que el ejército secreto del Dalái Lama recibía un flujo constante de nuevos reclutas de la Tibetan Children's Village. Como el cable dice: "Hasta finales de la década de 1980 la membresía en el Establishment 22 era obligatoria para los estudiantes tibetanos que se graduaban de las escuelas de la Tibetan Children's Village (TCV). Estas escuelas se crearon para los niños indigentes y huérfanos en la comunidad de refugiados tibetanos con las donaciones de ayuda internacional.

Sobre el dichoso Establishment 22, podemos revisar la publicación del Departamento de Estado de EEUU sobre las Relaciones Exteriores de los EEUU 1964 - 1968, Volumen XXX:
La unidad tibetana paramilitar, un vestigio de la fuerza de resistencia de 1959, se dispersa en 15 campamentos. Los dirigentes tibetanos ven la fuerza como brazo paramilitar de su "gobierno en el exilio".

Algunos argumentarán que era una parte del ejército indio y que por eso no seguían órdenes lamaístas, sin embargo en 1971 cuando la guerra entre India y Pakistán parecía inminente, la Primera Ministra de India, Indira Gandhi envió una carta a los Lamas pidiendo el apoyo del Establishment 22:
No podemos obligarlos a luchar una guerra por nosotros... Se agradecería si pudieran ayudarnos a luchar la guerra de liberación del pueblo de Bangladesh.

Sólo fue hasta que el Dalái Lama dio su permiso que esta fuerza paramilitar se movilizó y empezó sus acciones contra Pakistán. ¿Se requiere más prueba de quién era el comandante en jefe?

Y ¿cómo era ser miembro de esta organización? Así lo cuenta Tashi Dhundup, huérfano tibetano que fue víctima de este servicio paramilitar obligatorio:
Si bien en la escuela en la Escuela Central para Tibetanos en Mussoorie, mis compañeros y yo cantábamos una canción que decía "Chocho mangmi la madro, haapen bholo yoki rae", que se traduce en "Oh hermano no vayas al ejército, que te harán llevar los pantalones medio sueltos". A pesar de que cantábamos esta canción en todos los cursos, no fue hasta años más tarde que finalmente caí en cuenta del verdadero significado de esas palabras. Cada año, cuando los mayores se graduaban, veíamos camiones esperando en la puerta del colegio - camiones del ejército indio, todos ellos para encargados de llevar a los estudiantes que se graduaban al cuartel para entrenarlos. En ese momento yo estaba confundido, y me pregunté por qué estos nuevos graduados no iban simplemente a casa.

En teoría, el Establishment 22 era una organización conformada por voluntarios. Algo que evidentemente no se cumplió nunca en la práctica, como también lo destaca el artículo El Curioso Caso del Establishment 22, escrito por el periodista Amitava Sanyal.

En 1997, el periodista e intelectual, Christopher Hitchens, escribió para la revista The Nation un artículo en el que destacaba el apoyo del Dalái Lama a las pruebas termonucleares de India, el país que lo había acogido y hacía un repaso de otras elucubraciones de Su Santidad (el artículo se encuentra traducido al español bajo el título El Divino, publicado en el libro Amor, Pobreza y Guerra, que recoge las mejores columnas de Hitch):
El mayor triunfo que pueden ofrecer las relaciones públicas modernas es el éxito trascendente de que tus palabras y acciones sean juzgadas por tu reputación, en vez de ser al revés. El "líder espiritual" del Tibet disfruta de ese estatus desde hace tiempo, y se ha convertido en una expresión asociada y sinónimo de la santidad y los valores etéreos. Nunca sabré por qué esto no pone a la gente en guardia. Pero aquí hay algunos datos sobre el sereno líder que, aunque resultan menudencias comparadas con su adhesión a las armas nucleares, merece la pena conocer y son generalmente desconocidos.

Shōkō Asahara, líder del culto de la "Verdad Suprema" en Japón y diseminador de gas sarín en el metro de Tokio, donó cuarenta y cinco millones de rupias, o unos ciento setenta millones de yenes, al Dalái Lama, y sus esfuerzos fueron recompensados con varios encuentros de alto nivel con el divino.

Steven Seagal, el robótico y estúpido "actor" que nos dio Difícil de Matar y Alerta Máxima, ha sido procalamado lama reencarnado y un portador sagrado, o tulku, del budismo tibetano. Esta decisión, ratificada por Penor Rinpoche, jefe supremo de la Escuela Nyingma de budismo tibetano, provocó inicialmente la incredulidad de Richard Gere, que hasta entonces se había considerado la superestrella preferida. "Si alguien es un tulku, es genial -se informó que dijo-. Pero nadie sabe si eso es cierto". Qué perspicaz, aunque fuera accidentalmente. En una aparición posterior en Los Ángeles junto al Dalái Lama, Seagal estaba sentado en primera fila y Gere dos filas por detrás, lo que otorgó a la humildad y sumisión del segundo una exposición ante la opinión pública. Las insinuaciones de que la fortuna de Seagal lo ayudó a elevarse al estatus propio del Himalaya de un tulku no han sido completamente descartadas, ni siquiera entre algunos adeptos e iniciados.

Defensores de la deidad Dorje Shugden -un "protector del Dharma" y un antiguo objeto de adoración y propiciación en el Tibet- han recibido amenazas de violencia y ostracismo e incluso de muerte después de que el Dalái Lama prohibiera abruptamente a esta divinidad antes venerada. Un documental de la televisión suiza intercala gráficamente imágenes de Su Santidad, que niega todo conocimiento de amenazas e intimidación, con escenas de sus seguidores que blanden con entusiasmo pósters de "Se busca" y otra parafernalia de excomunión y persecución.

Pese a que niega ser un "Papa" budista, el Dalái Lama nunca es más feliz que cuando medita de una manera célibe sobre la vida sexual de la gente que no conoce. "La mala conducta sexual en el hombre y la mujer consiste en el sexo oral y anal -ha dicho repetidas veces cuando promocionaba su libro sobre estas cuestiones-. Usar la propia mano es una mala conducta sexual". Pero como siempre sucede con las estipulaciones religiosas, hay una delirante clausula de escape. "Mantener relaciones sexuales con una prostituta, a la que pagas tú mismo y no una tercera persona, no constituye un comportamiento impropio". No puede decirse todo esto solo para aplacar a Richard Gere, o para atraer dinero de los derechos de Pretty Woman.

He hablado con algunos seguidores de Dorje Shugden, que parecen bastante sinceros y sin duda parecen bastante asustados, pero no puedo acompañarles en su insistencia sobre la "ironía" de todo esto. El budismo puede ser tan sanguinario como cualquier otro sistema que se basa en la fe y la tribu. El ejército camboyano de Lon Nol era budista, al menos nominalmente. Solomon Bandaranaike, el primer líder electo de la Sri Lanka independiente, fue asesinado por un militante budista. Los pogromos dirigidos por budistas contra los tamiles abrieron la larga y desastrosa guerra comunal que continúa asolando Sri Lanka. El llamado SLORC, el fascismo militar que dirige Birmania, es oficialmente una junta budista. He oído, entre susurros, que en el viejo Tibet, esa tierra prístina y contemplativa, los lamas eran aliados del feudalismo y, sin la menor sonrisa, infligían castigos medievales como dejar ciegos a los infractores o azotarlos hasta la muerte.

Por supuesto, el artículo de Hitchens no abarca los acontecimientos posteriores a su publicación, sin embargo el Dalái Lama, como todo líder religioso, siguió mintiendo. En un artículo de Abril de 1999 (The Truth about Tibet) escrito junto con su asesor y hermano menor, Tendzin Choegyal, afirmaban que
... más de 1,2 millones de tibetanos están muertos como resultado de la ocupación china.
Sin embargo, el censo llevado a cabo en 1953, seis años antes de la ocupación china, indicaba que que existía un total de 1'274000 de tibetanos (el dato es recogido en el libro Changing Face of Tibet: Impact of Chinese Communist Ideology on the Landscape escrito por el profesor de la Universidad de Kentucky, Pradyumna P. Karan). O los tibetanos se han sabido reproducir a una velocidad sobrenatural, o el Lama y su hermano mienten, pues de haber quedado tan poquitos tibetanos no habrían conseguido sobrevivir hasta el día de hoy.

Otro aspecto que llama la atención son las amistades del Lama. Al igual que las de Teresa de Calcuta, las de Gyatso son harto cuestionables. Durante su preparación para convertirse en Lama, contó con la guía y el consejo del sargento de las SS, Heinrich Harrer, cuyas memorias fueron interpretadas en la gran pantalla por Brad Pitt. Esta orientación le valió para granjearse un puesto honorífico en la ultraderecha internacional. No es coincidencia que en Abril de 1999, junto con el Papa Juan Pablo II, George Bush Sr. y Margaret Thatcher, haya firmado una carta pidiendo al gobierno británico que liberaran al ex dictador fascista Augusto Pinochet, en vez de que fuera entregado a la justicia española para ser juzgado por crímenes contra la humanidad cometidos en Chile, país en donde el Lama también contaba con el apoyo de Miguel Serrano, destacado exponente del hitlerismo esotérico (?) y miembro del fugaz y dañino Movimiento Nacional Socialista de Chile.

También vale la pena recordar que este guía espiritual, este faro de la moralidad y la ética para muchos, no sabe si está a favor o en contra de la Guerra de Irak (de hecho, invasión de EEUU a Irak):
La guerra de Irak -es muy pronto para decir si está bien o mal.
A pesar de que sí estuvo de acuerdo con la invasión a Afganistán:
En este momento, la [guerra] de Afganistán puede estar mostrando algunos resultados positivos, pero todavía no es muy estable.

Y es que,como en todas las teocracias, su grado de irracionalidad no debería sorprendernos. Lo que dice la Constitución del Tibet es realmente esclarecedor:
El poder ejecutivo reside en su santidad el Dalai Lama y será ejercido por Él directamente o bien por oficiales subordinados a Él [...] Su santidad el Dalai Lama tiene el poder de disolver la Asamblea en cualquier momento.
Art. 19
El comisionado jefe de justicia de la Comisión Suprema de Justicia de Tibet debe ser designado por su santidad el Dalai Lama y, si es confirmado por más de las tres cuartas partes de la asamblea, ha de ser nombrado comisionado jefe de justicia por s.s. el Dalai Lama en su calidad de jefe ejecutivo.
Art. 63
Su santidad el Dalai Lama tiene el privilegio de poder recomendar a más del 50% de los miembros de la Asamblea.
Art. 41
Su santidad el Dalai Lama tiene el privilegio de poder recomendar a más del 50% de los miembros de la Asamblea.
Art. 41

En pocas palabras, él tiene la última palabra y está por encima de la Ley, lo que acaba con el imperio de la Ley -que garantiza un debido proceso y la igualdad- llevando necesariamente a la autocracia, en este caso específico en forma de teocracia.

Resulta increíble que a pesar de representar una represiva y cuasifascista teocracia feudal -sistema por el cual ha hecho lobby itinerantemente desde la segunda mitad del Siglo XX-, haya personalidades aparentemente progresistas, como George Soros, que se abanderan de la causa y aportan generosas cantidades de sus arcas.

Eso por no hablar de todos los altos puestos en distintas organizaciones que le ha conseguido Gyatso a muchísimos de sus familiares, quienes pagan el favor recaudando más y más fondos para la causa. No más su gabinete compuesto de seis personas, cuenta con tres miembros de su familia.

Veredicto: Adalid de la hipocresía, campeón del nepotismo, fraude de proporciones internacionales, perfecta definición de filofascista, déspota terrateniente, caudillo de pederastas, locuaz torticero, apologista de la violación de Derechos Humanos, némesis del laicismo y delirante embaucador.